Arte en Boga LAB 2025 desarrolló su segunda versión presencial en el marco de la «Beca para la creación y formación artística en la localidad de Barrios Unidos – Más Cultura Local». En esta oportunidad ofreció a la comunidad un laboratorio interdisciplinar de investigación-creación que integró el dibujo, la escritura y la creación audiovisual, sentipensando en torno a la memoria, el cuidado y los afectos en Barrios Unidos.
ARTE EN BOGA LAB 2025
Arte en Boga LAB 2025 surgió como un deseo de ir más allá de lo que se había vivido en la primera versión del laboratorio. Mientras que en 2024 se trabajó desde un enfoque más disciplinar —dibujo y escritura, sonoviso audiovisual y teatro sensorial—, esta nueva edición se pensó como una apuesta clara por lo interdisciplinar. El objetivo fue crear un espacio donde los lenguajes se entrelazaran, dialogaran y se afectaran mutuamente, en lugar de coexistir por separado.
El hilo conductor que guió todo el proceso fue la pregunta por la memoria, el cuidado y los afectos en el territorio de Barrios Unidos. Desde el comienzo se propuso explorar estas nociones desde tres núcleos de creación: dibujo y escritura, creación audiovisual, e investigación-creación, articulados a través de metodologías activas como el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) y la A/r/tografía, entendida como una práctica que cruza lo artístico, lo investigativo y lo pedagógico desde lo situado.
Un rasgo distintivo del laboratorio ha sido su conexión con investigaciones previas de artistas emergentes, que sirven como base y detonante de los procesos colectivos. En esta ocasión, se integró el trabajo de María Paula Carvajal, Cuerpos del miedo, una investigación-creación que aborda el miedo como afecto desde el cuerpo, el espacio y la imagen, cruzando herramientas del cine y las artes escénicas. Esta perspectiva abrió una reflexión colectiva sobre cómo se siente el miedo, dónde se manifiesta y cómo narrarlo desde distintas formas artísticas.
De otro lado, el módulo de dibujo y escritura, liderado por Daniela Henao, propuso una exploración profunda en torno al cuidado. Su recorrido como artista e investigadora ha girado en torno a las tensiones entre lo íntimo, lo político y lo colectivo del cuidado. Esta mirada permitió que el tema se volviera transversal, presente no solo en los contenidos, sino también en las formas de hacer, de acompañar, de crear.
Estos núcleos se articularon con el módulo integrador, liderado por Nelly Vargas, directora de Arte en Boga. Este fue un espacio que convocó contenidos relacionados con la crítica cultural, la mediación artística y la curaduría expandida. Allí se pensaron estrategias para activar la experiencia estética desde lo relacional y lo sensible, y se trabajaron ejercicios que interrogaban el rol del público, la escena y la narrativa territorial.
Más que un lugar de producción o formación, este laboratorio fue una experiencia compartida para explorar, habitar y activar las preguntas que cada quien traía: ¿qué memorias llevamos en el cuerpo?, ¿cómo nos cuidamos desde la práctica artística?, ¿cómo pueden los afectos ser una fuerza para crear, para investigar, para acompañar?
«Afectaciones Sincrónicas»: Una Curaduría desde el Sentipensar Colectivo
Lo que al inicio se pensó como una articulación entre lenguajes —dibujo y escritura, creación audiovisual, e investigación-creación— fue poco a poco transformándose en algo mucho más vivo y menos predecible. Durante el proceso de creación, empezaron a emerger conexiones inesperadas entre los grupos, coincidencias que no estaban planeadas y que, sin embargo, parecían inevitables.
Una palabra que nacía en un ejercicio de escritura reaparecía en una pieza sonora. Una imagen trazada en tinta se convertía en plano secuencia. Un rincón del barrio, dibujado desde la memoria, se transformaba en escenario compartido. Todo empezaba a resonar. En medio de esa trama de intuiciones, afectos e imágenes, fue tomando forma lo que terminaría siendo la exposición «Afectaciones Sincrónicas».
El término no surgió desde la teoría, sino desde la escucha. Lo sincrónico no era simplemente lo simultáneo, sino lo que vibraba al mismo tiempo en distintos lugares del proceso. El concepto de sincronicidad —tomado de Jung— se volvió una forma de nombrar esas coincidencias significativas que atraviesan la experiencia creativa. Y el concepto de afectación, desde Suely Rolnik, permitió reconocer esas fuerzas sensibles que nos tocan, que nos movilizan, que nos vinculan más allá de la lógica o la voluntad.
El módulo integrador fue el espacio donde se afinaron esas intuiciones. A través de ejercicios de curaduría expandida, mapas afectivos, fichas sensibles y activaciones colectivas, se empezó a imaginar una muestra que no organizara simplemente “obras”, sino que propusiera un modo de habitar la experiencia estética. Cada decisión curatorial fue una pregunta: ¿qué queremos que sienta quien entre a este espacio?, ¿qué queremos activar?, ¿qué dejamos abierto para que otros completen?
La exposición se realizó los días 27 y 28 de julio de 2025 en la galería House 7.77, en el barrio San Felipe. Un espacio significativo para el proyecto, ya que permitió llevar una experiencia comunitaria al circuito convencional de exhibición, estableciendo un puente entre lo barrial y lo institucional.
La muestra se construyó con estaciones que invitaban a una lectura desde el cuerpo: una sala audiovisual inmersiva, una instalación de postales sensibles, experiencias sonoras íntimas, espacios de escritura expandida que permitían al espectador A/r/t/ografiar su propia experiencia a partir de preguntas e interacciones con los textos presentados. Cada rincón proponía una pregunta, una pausa, una pequeña apertura hacia lo sensible.
Afectaciones Sincrónicas no fue un final, sino una forma de dejar el proceso vibrando en otras miradas y otros cuerpos. Una curaduría entendida no como ordenamiento, sino como resonancia; no como vitrina, sino como una escucha activa. Lo que se presentó no fueron respuestas, sino afectaciones. Los cuerpos hablaron, las imágenes respondieron, los mapas latieron y los textos jugaron. Lo visible fue apenas una huella de esas vibraciones sincronizadas que, al entrelazarse, permitieron revelar cómo nos afectan y nos invitan a sentipensar colectivamente en torno a la memoria, los cuidados y el afecto.
Ecos de la Experiencia: Las Voces del Laboratorio
A lo largo del laboratorio Arte en Boga LAB 2025, las voces de las y los participantes revelaron cómo el proceso creativo les permitió no solo desarrollar habilidades en torno al dibujo, la escritura y lo audiovisual, sino también habitar nuevas formas de vinculación con el territorio, la memoria y sus propias emociones.
Una de las participantes compartió que este espacio le permitió reconocer la importancia de narrar(se) desde lo cotidiano, al afirmar: “me di cuenta que mis historias también tienen valor, que no necesito hacer algo grandioso para contar algo importante”. Esta afirmación resonó con otras intervenciones que destacaron el carácter sensible del laboratorio, su énfasis en los afectos, y el cuidado del relato personal como ejercicio colectivo de escucha.
Otra voz señaló cómo el ejercicio de creación conjunta ayudó a resignificar el pasado y el presente: “aquí sentí que pude ver mi barrio de otra forma, como con otros ojos, y también ver cómo otros lo ven. A veces uno cree que está solo en lo que siente”. Esta frase evidencia cómo el enfoque del laboratorio posibilitó un tejido emocional y comunitario, donde el arte se convierte en mediación entre experiencias individuales y memorias compartidas.
Los ejercicios propuestos desde metodologías como la a/r/tografía, el Aprendizaje Basado en Problemas y la curaduría expandida, también generaron reflexiones en torno a los procesos pedagógicos. Uno de los participantes expresó: “yo nunca había hecho arte, y aquí me di cuenta que no es solo tener técnica, sino sentir y compartir. Aprendí que lo artístico puede ser un gesto, una palabra, un trazo simple”. Esta afirmación resalta la potencia democratizadora del enfoque, donde el énfasis no está en la experticia técnica, sino en la posibilidad de expresar y construir sentido desde lo que cada quien trae.
La muestra final Afectaciones sincrónicas fue nombrada como un momento revelador para muchas personas del grupo. Como compartió una de ellas: “cuando vi mi trabajo en la exposición, sentí orgullo. Nunca pensé que algo que yo hice se pudiera mostrar así. Me sentí parte de algo más grande”. Este tipo de afirmaciones dan cuenta de cómo el proceso expositivo no fue un cierre, sino una apertura hacia nuevas formas de reconocimiento y agencia creativa.
En suma, los testimonios recogidos permiten afirmar que Arte en Boga LAB 2025 no solo propició la creación de piezas interdisciplinarias, sino que fue una experiencia de transformación sensible, donde se fortalecieron los vínculos comunitarios, se amplificaron las voces del territorio y se consolidó un espacio de aprendizaje afectivo, horizontal y situado.
Porque cuando el arte se gesta desde lo común, nada termina del todo: lo vivido sigue vibrando en cada cuerpo tocado, en cada imagen compartida, en cada silencio que nos reunió a pensar. Con el corazón aún latiendo en estos ecos, esperamos volver pronto a abrir las puertas de este laboratorio vivo para toda la comunidad.